La introducción de la ósmosis inversa para la desalación de agua supuso una importante reducción de costes de inversión, construcción y explotación de una planta desaladora, y por tanto del precio de agua desalada, lo que ha permitido el desarrollo de la desalación para la obtención de agua de gran calidad en cada vez más rincones del planeta.
La ósmosis inversa se utiliza para la desalación de agua que pueden tener distintos usos posteriores. Además de como agua potable y para abastecimiento, que es el más extendido, sus usos pueden ser industriales o para riego agrícola.
En el ámbito industrial, numerosas industrias, como por ejemplo la alimentaria, farmacéutica, médica, cosmética, química, electrónica… precisan agua de gran calidad. Los avances tecnológicos en este ámbito han permitido que la ósmosis inversa pueda ofrecer un agua prácticamente a la carta para sus necesidades específicas.
También es habitual el uso de la ósmosis inversa para el tratamiento de aguas residuales, tanto de origen municipal como industrial, logrando gracias a este proceso, la depuración y la reutilización posterior de esas aguas.